Desde el uso de relojes de sol hasta la invención de los relojes atómicos, la búsqueda de una mayor exactitud ha sido una constante. Actualmente, la medición del tiempo es fundamental para garantizar la sincronización de infraestructuras críticas, desde los sistemas financieros de alta velocidad hasta el transporte y la logística global.
Desde hace décadas, los relojes atómicos son la referencia estándar para medir el tiempo. Basados en la radiación emitida por transiciones atómicas de elementos como el cesio y el rubidio, su precisión es asombrosa: pierden apenas un segundo cada millón de años. Estos dispositivos son fundamentales para tecnologías como los sistemas de posicionamiento global (GPS), que dependen de la sincronización precisa de los satélites.
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