Hace pocos meses, un reputado científico de Google decía sin tapujos que en el futuro la inteligencia artificial superará a la inteligencia humana, de manera que para seguir dominando acabaremos por “fusionarnos” con las máquinas.
Es posible que esto suene a ciencia ficción, pero tal vez no se vea tan lejano cuando pensamos en los avances que se están produciendo en los campos de la neurociencia y la biotecnología, que están permitiendo que cada vez más empresas se dediquen a desarrollar interfaces cerebro-computadora (BCI). O dicho en una jerga más popular: chips cerebrales.
Elon Musk —cómo no— está siendo una figura clave en dichos avances a través de su empresa Neuralink, que ya ha conseguido implantar uno de estos dispositivos en al menos dos humanos y que está obteniendo resultados positivos con su primer paciente, Noland Arbaugh.
El camino no ha sido fácil y Musk ha tenido que enfrentarse a múltiples controversias y reveses, propios de su actitud polémicamente innovadora, e incluso la actividad de Neuralink se puso en tela de juicio por ciertos fallos del chip en el primer paciente en que se implantó.
Sin embargo, ahora que las aguas están calmadas y que las investigaciones siguen su curso sin problemas —o, al menos, sin que los conozcamos—, la compañía biotecnológica ha podido centrarse en otras de sus metas. Tal y como ha anunciado, su implante experimental destinado a restaurar la visión recibió la designación de ‘Dispositivo innovador’ de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos —FDA, por sus siglas en inglés
Juan Pérez Merino 1°L