El exresponsable de seguridad de la empresa Figure AI, Robert Gruendel, ha presentado una demanda alegando que el robot humanoide Figure 02 tiene “fuerza suficiente para fracturar un cráneo humano”. En su denuncia afirma que durante pruebas internas un robot golpeó accidentalmente un frigorífico con tal potencia que lo abolló —un impacto que, de haber alcanzado a una persona, podría haber sido letal.
Gruendel sostiene que reportó esos peligros a la cúpula de la compañía —incluyendo al CEO Brett Adcock y al ingeniero jefe Kyle Edelberg— y propuso una “hoja de ruta de seguridad” con protocolos, controles formales y mecanismos como botones de paro, pero que esas medidas fueron descartadas tras una ronda de financiación multimillonaria. Poco después, fue despedido; él considera que fue en represalia por sus advertencias.
Según el escrito legal, en pruebas de impacto el Figure 02 alcanzó fuerzas “veinte veces superiores al umbral del dolor humano” y “aproximadamente el doble de la fuerza necesaria para fracturar un cráneo adulto”.
Por su parte, Figure AI rechaza las acusaciones. La empresa afirma que las denuncias son “falsas” y defiende que los despido fue por bajo rendimiento, y sostiene que sus robots incorporan estándares de seguridad en su diseño.
El caso está reavivando un debate urgente: a medida que los robots humanoides avanzan hacia entornos domésticos e industriales, crecen las dudas sobre los riesgos reales que podrían suponer si fallan sus sistemas de seguridad, y sobre si la regulación y los protocolos actuales son suficientes antes de su despliegue masivo.
