Un nuevo estudio en Nature revela que Marte está lleno de diminutas chispas eléctricas, detectadas por el rover Perseverance gracias a un micrófono que ha “escuchado” la atmósfera marciana durante dos años. Estas descargas, invisibles pero constantes, nacen cuando el viento agita el polvo del planeta rojo y podrían estar borrando rastros de vida pasada al degradar moléculas orgánicas. Los científicos identificaron 55 de estos chispazos, muchos ligados a remolinos y tormentas de polvo que recorren Marte. El hallazgo no solo reescribe lo que sabemos del clima marciano, sino que también obliga a replantear cómo proteger futuros equipos y misiones humanas. Una inesperada chispa de conocimiento en uno de los mundos más enigmáticos del Sistema Solar.
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