Microsoft demostró que la IA ya puede crear versiones digitales de toxinas letales como la ricina, y casi nadie lo notó. Las empresas que deben frenar estos peligros fallaron estrepitosamente: algunos filtros detectaron sólo el 23% de las secuencias. El experimento revela grietas alarmantes en nuestra defensa biotecnológica. ¿Estamos abriendo la puerta a una nueva era de armas biológicas?
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